lunes, 21 de diciembre de 2009

¿Te cuento por qué me comporto tan mal?

Cuando escuchamos los problemas sociales y económicos que todos los días se viven en la zona de Iztapalapa no se puede hacer menos que reflexionar sobre ¿Qué puedo hacer para mejorar la situación? Los informes de los noticieros, los datos estadísticos del INEGI y los comentarios de los vecinos de Iztapalapa coinciden en un aspecto: La transgresión a los derechos humanos.

Si bien es cierto que son los adultos los que transgreden los derechos infantiles, estamos olvidando que éstos adultos fueron niños y que en esa etapa de su vida también fueron transgredidos sus derechos. ¿Qué es lo que imposibilita a los adultos para que puedan ejercer buenos tratos y respeten los derechos humanos? Me parece que el problema que se nos presenta es, justamente, saber qué les pasó, para poder intervenir de manera eficaz.

Los seres humanos somos biológicamente aptos para dar y recibir buenos tratos, como lo menciona Jorge Barudy: “El cerebro y el sistema nervioso constituyen una red de intercomunicación que asegura el funcionamiento de nuestro cuerpo de manera coordinada y nos permite vincularnos con otros organismos y, sobre todo, con otras personas”. Si el problema no está en una imposibilidad biológica para dar buenos tratos al otro, entonces el problema debe venir de la manera en que socializamos; de cómo recibimos lo que el otro nos da.

Desde que los niños están en el vientre son capaces de sentir, no sólo su cuerpo, sino a lo que hay afuera, es desde este momento que todos los individuos registramos experiencias, y, aunque no podamos expresar a través del lenguaje lo que sentimos, si registramos la experiencia como positiva o negativa, dolorosa o agradable. Lo que en este punto yo me pregunto es ¿Estas experiencias van marcando y delimitando la manera en que me trato a mí mismo y a los demás? En este momento, me parece de la mayor importancia retomar los planteamientos de Luciano Rispoli.

Rispoli plantea una visión holística del ser humano donde el cuerpo; con todos su órganos y sistemas, la mente; con todos los procesos cognitivos y simbólicos, las emociones; con todas sus polaridades, y las posturas del cuerpo son un núcleo, un SI. El SI es todo el individuo. Bajo ésta visión holística, Rispoli ha creado la Psicología Funcional del SI. En ella expresa que todos los individuos necesitan, para vivir en plenitud, experimentar lo que él ha denominado Experiencias básicas.

Antes de hablar de las experiencias básicas me gustaría decir qué es lo que pasa cuando estas experiencias no son vividas plenamente.

Un individuo que nunca ha experimentado la seguridad de saberse amado difícilmente puede expresar su amor a otros. Un individuo que no ha recibido buenos tratos, difícilmente puede tratar bien a los demás. Un individuo que al estar enojado no recibe la posibilidad de ser calmado, difícilmente podrá calmar y tolerar a los demás. Rispoli plantea experiencias básicas que si son vividas plenamente hacen de un niño un adulto pleno responsable de sí mismo y de los demás. Estas experiencias son:

Perder el control-Ser calmado.

Ser visto, escuchado y percibido.

Ser nutrido y recibir contacto.

Tomar y dar.

Gustarle al otro y encontrar placer en el otro.

Oposición y poder separarse.

Alegría, bienestar.

Coraje, odio.

Necesidad del otro.

Fragilidad.

Como se puede apreciar, estas experiencias pueden ser proporcionadas por cualquiera de nosotros, por cualquier persona y me parece que esta es una de las bases de los derechos humanos. Todos podemos ser adultos bien tratantes.

Los derechos humanos indican que el niño y la niña deben recibir y experimentar: una familia que les dé afecto y amor, un nombre y una nacionalidad, alimentación y la nutrición, vivir en armonía, derecho a la intimidad, al juego, derecho a la libertad de asociación y a compartir sus puntos de vista con otros, dar a conocer sus opiniones, tienen derecho a la protección contra el descuido o trato negligente y a no ser abusados ni explotados física o sexualmente.

Dar a los niños y niñas la posibilidad de vivir plenamente sus experiencias básicas es una manera de restaurar sus derechos a una vida plena.

Los talleres “Jugando con mis emociones” y “Jugando con mis emociones, mi mamá también juega” son parte de un proyecto de intervención que busca dentro de la metodología del “Psicodrama”, y tomando en cuenta las aportaciones de la “Psicología Funcional del SI”, ayudar a reestructurar en niños, madres y padres las experiencias básicas necesarias para afrontar, integrar y elaborar de manera positiva, las vivencias negativas, el estrés, la violencia y la carencia de recursos de afrontamiento, con el objetivo de construir, de manera incluyente, esferas de buenos tratos.

En el taller “Jugando con mis emociones, mi mamá también juega”, guiamos a madres y padres por un proceso que inicia en su cuerpo y termina en una autorreflexión. Madres y padres fijan su atención en su propio cuerpo; permitiéndose la experiencia de pasar de un cuerpo tenso y rígido al bienestar de un cuerpo flexible. Esto prepara a madres y padres para jugar. Pero, ¿Cuál es el objetivo de jugar? Donald Winnicott responde: “En el juego, y sólo en él, pueden el niño o el adulto crear y usar toda la personalidad, y el niño descubre su persona sólo cuando se muestra creador”. Cuando el individuo juega y es creador puede transformar y transformarse, ser él con nuevas cualidades y posibilidades. En ese momento los guiamos a revivir sus propias experiencias con la posibilidad de tomar el control. Cuando la madre o el padre se ven a sí mismos con el control están en posibilidad de afrontar de manera espontanea, positiva, creativa, su vida y sus derechos. Para que los niños y las niñas vivan plenamente sus derechos es muy importante que los adultos a cargo de su cuidado sean competentes, que tengan recursos para afrontar y guiar al pequeño ser humano. Este es el objetivo del taller para madres: Dar a padres y madres recursos de afrontamiento para acabar con la cadena, que Jorge Barudy llama: “transmisión transgeneracional de los malos tratos”.

Con esto, damos nuestra aportación para favorecer cambios en las relaciones.

Xanya M.G. (Reflexión compartida el día 13 de noviembre de 2009, Jornada Emociones, Cuerpo y Espacio, Mesa 5 "Los derechos de los niñ@s", Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa).